Argentina, la joya de plata que no reconoce su valor
Anoche tuve un sueño, soñé que una mujer vestida de celeste y blanco acudía a mi sesión de sanación.
‘Siéntese por aquí’, le señalé con el dedo.
Al observar su reacción en la sala de espera para entrar al consultorio, observé en su postura un aire de desconcierto, atiné a decir nuevamente ‘Puede sentarse’, y recién ahí la vi esbozar una pequeña sonrisa.
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